Dar salud o provocar daño

Cientos de miles de palabras se vierten en prensa científica y general sobre el síndrome del médico quemado. Artículos tremendos sobre el suicidio entre médicos, tema muy debatido en países de habla inglesa.

Décadas enteras de guerra, tanto soterrada como abierta, entre médicos y enfermeros, reflejada en artículos académicos y en incontables tweets de reproches y acusaciones mutuas. Rematado en España  con un Real Decreto que niega a enfermeras la capacidad de prescripción de los fármacos sobre los que estudian horas y horas en la Facultad y que pasan por sus manos día tras día en el ejercicio de su profesión.

Especialistas hospitalarios que miran por encima del hombro a los médicos generales “que no tienen ni idea” de “lo suyo”. Médicos de familia que opinan abiertamente sobre el “peligro público” que el especialista constituye para sus pacientes.

Aún hoy en día, 20 años después de comenzar a trabajar como médico, acudo con cierto resquemor a las reuniones de equipo, aunque lleve años intentado olvidar los viejos enfrentamientos, los comentarios maliciosos, las acusaciones de errores y descuidos. La guerra por quedar unos por encima de los otros, en la que yo también he participado y sin duda he hecho daño a algún compañero. Hasta que un día me di cuenta de que me pagaban por tratar pacientes, no por quedar encima de un colega en una discusión anodina.

Solidaridad

Foto de Pixabay

¿CÓMO ES POSIBLE EJERCER UNA PROFESIÓN QUE BUSCA CUIDAR LA SALUD DE OTRAS PERSONAS, Y COMPORTARSE AL MISMO TIEMPO MAL CON LOS COMPAÑEROS Y UNO MISMO?

Como dice Ranjana Srivastava en su artículo de The Guardian (How doctors treat doctors may be medicine’s secret shame), no sabemos cuánta responsabilidad del síndrome de burn-out reside en las largas horas de trabajo, en la escasez de medios, o quizás en los enfrentamientos diarios entre profesionales.

Aún recuerdo aquella guardia como residente de primer año en las Urgencias generales. Mi residente supervisor me ordenó prescribir media ampolla de metamizol a un paciente con lumbalgia. Como a las 3 horas no cedía su dolor, me pidió que ordenara otra media ampolla. La enfermera me espetó “si fueras un poco lista, me habrías dicho que guardara la media ampolla para ponerla ahora. Por tu culpa hemos malgastado medicación”. Ciertamente, en aquel momento me sentía poco inteligente. Llevaba todo el día de guardia dando vueltas como un pato mareado, incapaz de tomar una decisión médica por mí misma. Aunque supiera racionalmente que era normal, que pasaría con el tiempo, que todos habíamos sido novatos algún día, aquella frase me golpeó en lo más profundo.

Otra mañana, en quirófano, uno de los adjuntos tiró unas tijeras contra la pared, mientras decía con brusquedad a la instrumentista “estas tijeras no cortan, ¡deme unas tijeras decentes!”. Aunque todos supiéramos que el estado de las tijeras no dependían de la instrumentista, el reproche se quedó colgando en los ojos entristecidos de la enfermera, que se alcanzaban a ver tras las gafas y la mascarilla quirúrgica, mientras buscaba nerviosamente unas tijeras nuevas. Y una enfermera de quirófano me contaba ayer mismo cómo había terminado llorando de impotencia en los vestuarios varias veces por la falta de ayuda de sus propias colegas en las primeras semanas de trabajo.

¿CREES EN LA SALUD Y EN EL CUIDADO DE LAS PERSONAS ENFERMAS? CUIDA ENTONCES DE LOS SANOS Y DE LOS QUE TIENES MÁS CERCA, INCLUIDO TÚ

¿Cómo es el ambiente en tu clase? Por la Facultad de Medicina en la que doy clases corren historias recurrentes de delegados que “olvidan” pasar apuntes de los profesores; de compañeros de aula que toman sus notas con bolígrafo de color verde para que nadie pueda fotocopiarlos. De exámenes de años anteriores que caen en manos de algunos grupos y que no son compartidos con el resto de la clase.

Gran culpa de esto la tiene probablemente el hecho de que, en muchas asignaturas, la nota de corte para aprobar se calcula a partir del 75% de las 5 ó 10 mejores notas. Esto genera automáticamente miedo y resentimiento hacia los más estudiosos de la clase. Ah, la campana de Gauss… Al hilo de esto, recuerdo uno de mis compañeros de Facultad soltándome la frase: “Qué te crees tú, aunque saques muy buenas notas, al final yo voy a acabar trabajando igual y llegaremos al mismo sitio”. Y otro compañero reclamando las actas de calificaciones para averiguar si había conseguido una matrícula de honor, “porque esto es muy importante, Almudena, de esta matrícula puede depender que algún día llegue a Jefe de Servicio”…

Esto no es un problema exclusivo de España. Como dice Ronald M. Harden en el Capítulo 2 del libro A Practical Guide for Medical Teachers, “[…] it is difficult to develop in students a spirit of teamwork and collaboration if the environment in the medical school is a competitive rather than a collaborative one“.

Parece que los valores culturales ocultos de las facultades nos enseñan todo lo contrario de lo será nuestra futura vida real. Así, vivimos una ficción durante la carrera en la que:

  • médicos y enfermeros y fisioterapeutas y psicólogos desconocen todo del sistema de estudio de los demás
  • competimos ferozmente contra nuestros compañeros por sacar una buena nota o un simple aprobado
  • nos parece poca cosa la medicina comunitaria y admiramos al especialista
  • nos creemos en la cúspide del sistema por estudiar Medicina

Y todo esto contrasta con los hechos puros y duros:

  • trabajarás estrechamente con otras profesiones y deberás conocer y facilitar su trabajo por el bien del paciente
  • no podrás ser autónomo con absolutamente todos tus pacientes, y constantemente necesitarás la ayuda de tus colegas
  • acabarás descubriendo que el buen funcionamiento de la Atención Primaria y Comunitaria es crucial para la salud de la población y el control de costes, y tus habilidades de especialista serán solo una pequeña parte del bienestar de tu paciente
  • el médico aprenderá de enfermeras, auxiliares y fisioterapeutas lo que jamás descubrió en los libros y su ayuda será crucial en los primeros años de su carrera, y a la inversa

PLÁNTATE: CUIDA DE TI, CUIDA DE TUS COMPAÑEROS, APRENDE A SER UN BUEN PROFESIONAL DE LA SALUD

No dejes que ocurra lo que la Dra. Wible denuncia en esta entrevista sobre la incidencia de suicidios en médicos de EEUU (“Right now students feel extremely isolated, and that just continues through our entire profession. We are in a culture that glorifies self-neglect“).

No se trata de seguir al lado de quien te trate mal. Aléjate de las personas tóxicas y aprende a ser considerado como primer paso para el futuro con estos 6 consejos:

  1. No odies al compañero que saca tan buenas notas, pues quizás haya aprendido a sacrificar algo que tú no sacrificas; quizás esté muy solo; quizás te ayude de buen grado en aquello que a ti se te da peor, si eres capaz de pedirle ayuda.
  2. No desprecies al compañero que saca peores notas, pues ser médico o enfermero es más que ser excepcional reproduciendo conocimiento en un examen escrito. Es también empatía, resistencia física, disciplina y capacidad de relación con los demás. El día de mañana puede enseñarte muchas cosas.
  3. No guardes rencor a otras profesiones, porque el día de mañana trabajaréis codo con codo por el beneficio de los pacientes.
  4. No te castigues obligándote a estudiar cuando estás agotado, porque una carrera sanitaria próspera comienza por el cuidado de uno mismo, de la mente, el cuerpo y el espíritu.
  5. No te sientas fracasado por tener dificultades en los exámenes, porque probablemente nadie te ha enseñado cómo hacerlo mejor y es un aprendizaje costoso. Evita el síndrome del impostor, sé gentil contigo mismo y aprende nuevas técnicas poco a poco con la ayuda de este blog.
  6. No te obsesiones con las notas, porque reflejan solo una parte de tus habilidades. No te obsesiones con una especialidad, porque la felicidad reside en muchas partes y la realización personal puede llegar de lugares insospechados.

¿QUÉ OTROS CONSEJOS DARÍAS A UN COMPAÑERO QUE QUIERE LLEGAR A SER UN GRAN PROFESIONAL DE LA SALUD? COMPARTE ABAJO EN LA LÍNEA DE COMENTARIOS

Almudena Trinidad
almudena@dominalamedicina.com

Soy médico otorrinolaringóloga en un hospital de Madrid y Profesora Asociada de Medicina en la UAM. Ayudo a estudiantes de Medicina a desarrollar técnicas de estudio más eficaces para lograr mejores notas, recordar durante más tiempo y sentirse más seguros y felices con sus estudios.

2 Comentarios
  • Miguel
    Publicado a las 13:42h, 30 enero Responder

    Gracias por la entrada, me ha gustado mucho, al igual que el artículo de “The Guardian”.

    Creo que muchas de las actitudes que vemos en la residencia y más allá tienen su germen en la facultad, y por eso es tan importante luchar para una reforma educativa de los grados. El año pasado se celebró el congreso ínter-profesional de estudiantes sanitarios (Enfermería, Medicina, Farmacia). Fue una experiencia increíble, y me demostró que hay potencial de llevarnos bien entre nosotros y colaborar, solo falta fomentarlo.

    Prácticas en común con enfermería, integración real de las facultades, implementar sistemas de aprobado/suspenso, introducir conceptos de profesionalidad… Hay muchas herramientas a nuestra disposición. Como estudiantes, aparte de pedir esas herramientas, podemos ensayar la empatía. Quizás ese comentario desafortunado que te hicieron por el grupo de clase no es porque no quieran cambios, sino porque todos estamos agotados de tantos exámenes y entregables, y la idea de tener que “trabajar más” en las prácticas produce agobio.

    Gracias por escribir!

    • Almudena Trinidad
      Publicado a las 14:20h, 30 enero Responder

      Muchas gracias por comentar, Miguel! Creo que hacia 1996 comenzaron las primeras experiencias de educación interprofesional en países de habla inglesa. Se han utilizado inmersiones de 2 semanas varias veces a lo largo de un mismo curso, prácticas interprofesionales en visitas a domicilio, actividades en aulas, y prácticas en plantas hospitalarias especiales. Pero esto requiere de supervisión específica y facilitadores entrenados.

      Veo lejano el día en que algo así se haga en España, pero la verdad es que desconozco si se está haciendo ya en algún lugar. Los británicos expertos en el tema advierten, en todo caso, del “currículo oculto”: no sirve de mucho compartir horas con estudiantes de distintas carreras sanitarias si no se produce un ambiente real de colaboración interprofesional en otros ámbitos de práctica…

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