11 Ene Cómo fabricar un buen hábito de estudio
A menudo se dice que para ser un buen estudiante deben adquirirse buenos hábitos.
Normalmente uno adquiere hábitos de estudio desde la infancia, cuando empiezas a llevar deberes a casa. Al principio es el hábito de leer un rato todos los días y dibujar, y después llegan las tareas de escritura, las primeras sumas y las restas. Somos aún niños pequeños y empezamos a implantar hábitos de estudio y trabajo en casa a costa del sudor de nuestros padres y cuidadores.
Con el paso de los años, pulimos y perfeccionamos estos hábitos y llegamos a la universidad con una colección diversa de herramientas mentales, listos para aprender nuestra futura profesión.
Sin embargo, al cabo del primer año de carrera ya se observan diferencias en el rendimiento de los estudiantes. Algunos superan el primer curso con gran placer de aprender y con muy buenas notas y otros pelean por conseguir asomar la cabeza por encima del agua (el aprobado).
Está claro que la universidad supone un desafío de aprendizaje mucho más complejo que la enseñanza secundaria. Los estudios sanitarios imponen el aprendizaje de un vocabulario amplísimo y nuevo, materias más abundantes para cada examen, y un aumento del número de profesores y una impersonalización de cada asignatura que hace difícil usar las tácticas que daban buen resultado en el instituto.
Mis fracasos en la carrera fueron causados por la procrastinación, un mal hábito. Había tan pocos exámenes, y estaban tan lejos en el tiempo, que no encontraba el momento de sentarme a estudiar. Y cuando me sentaba, la materia de examen era tan voluminosa que no me daba tiempo a asimilarla.
Estudiar con tiempo sin duda es un buen hábito. Pero , ¿qué es un hábito, al fin y al cabo? Quiero tener buenos hábitos y evitar problemas en mis estudios, pero ¿estoy ya condenado/a a padecer las malas costumbres que aprendí de niño?
Vamos a descubrir que podemos cambiar los hábitos y adoptar rutinas más positivas para nuestros estudios.
CONOCE A TU ENEMIGO. ANATOMÍA DEL HÁBITO
Un hábito consta de 4 partes:
1) El gatillo: aquello que desencadena una respuesta. P. ej. la reacción al sonido de un mensaje de whattsapp, o un mail entrante, o a las voces de un hermano pequeño.
2) La respuesta/rutina: lo que siempre haces cuando te enfrentas al “gatillo”. Al sonido del whattsapp, leerlo.
3) La recompensa: la recompensa inmediata a postergar algo es un placer efímero (satisfacer la curiosidad de consultar el whattsapp).
4) La creencia: la repetición de esta secuencia acaba convenciendo a la persona de que él/ella “es así”, de que es su naturaleza.
Procrastinar es un hábito. Es frecuente y muy presente en toda la población, y solo se convierte en un mal hábito cuando se presenta demasiado a menudo e impide que la persona realice tareas que necesita o que desea llevar a cabo. En el caso de un estudiante, estudiar.
El gatillo de la procrastinación puede ser el sonido del whattsapp o la visión del Twitter o el Facebook abierto en el ordenador. Sin darte ni cuenta, porque por eso es un hábito, te encuentras mirando el móvil o la pantalla del ordenador, y como recompensa te sientes divertido, entretenido, o te ríes con el comentario de un amigo. Es placentero y por eso lo haces. El problema es creer que esto no se puede cambiar.
CÓMO GENERAR HÁBITOS QUE TE AYUDEN. EJ. REDUCIR PROCRASTINACIÓN
Créelo: puedes modificar hábitos y convertirlos en mejores, y puedes crear hábitos nuevos y buenos.
Esto exigirá un mayor consumo de energía al principio, por lo que no es conveniente querer cambiar o crear más de un hábito a la vez. La fuerza de voluntad de que disponemos cada día es pura energía, y es limitada (1).
Vamos a ver cómo podemos reducir la procrastinación en nuestras vidas. Para empezar, deja el perfeccionismo a un lado: no queremos eliminarlo al 100%, eso es imposible. Vamos a reducirla, y por poco que consigamos, nuestra vida de estudiantes mejorará. El objetivo puede ser, por ejemplo, revisar todos los días la materia impartida en clase. No memorizarla, sino revisarla, es decir, repasar qué temas se han hablado, ordenar las hojas de apuntes y seleccionar las partes del libro o “tocho” que se han tratado. Si lo consigues, estarás empezando a aprender el material con tiempo y prepararás con más tranquilidad los exámenes. Motivador, ¿no?
1. Elimina el gatillo que pone en marcha la procrastinación.- Eso significa dejar el móvil apagado y cerrar todas las redes sociales antes de ponerte a estudiar. Si no hay tentaciones, será más difícil que llegue la respuesta de “despiste”.
Puedes crear un gatillo nuevo que marque el inicio del buen hábito (repaso): hacerlo justo después de comer; o bien descansar un rato, salir al gimnasio y repasar justo después de volver. O marcharte a la biblioteca.
2. Diseña una respuesta / rutina correcta.- Aquí nos puede ayudar la técnica Pomodoro. Durante 25 minutos vas a trabajar intensamente en revisar el material de una de las clases y nada más. Normalmente no necesitarás más de 3-4 Pomodoros para revisar los apuntes de una jornada. Aquí es donde más resistencia vas a encontrar y más energía tienes que invertir. Asegúrate de que estar bien alimentado antes de empezar, porque dispondrás de más energía (1)
3. Decide tu recompensa.- es muy importante que te premies a ti mismo/a por haber conseguido estar ese rato trabajando. El sentimiento de logro también es una recompensa, pero sé generoso/a. En el descanso de 5 minutos puedes mirar el whattsapp o Twitter sin remordimientos, o tomar una onza de chocolate o un refresco. Tus sistemas cerebrales de recompensa, regulados por la dopamina, te lo agradecerán. Cada 3-4 Pomodoros debes tomarte un descanso más largo, de unos 20 minutos, o quizás entonces llegue el final de la jornada. Celébralo con tu serie favorita o cenando con amigos, lo que se te ocurra.
La repetición de recompensas cada vez que cumplas con el reto de sentarte a estudiar te ayudará a afianzar el nuevo hábito. Al cabo de unas semanas es probable que no necesites recompensarte; simplemente lo harás sin esfuerzo, porque ya se ha grabado a fondo en tus neuronas.
4. Vigila tus creencias.- Si la nueva rutina no ha sido perfecta, no pasa nada los primeros días. Eres humano y no una máquina. En los siguientes días comprobarás que la nueva rutina es más fácil de realizar. Puede que tropieces un día y no cumplas con tu nuevo propósito. Sé indulgente contigo y reflexiona sobre la causa de este fallo, que generalmente será importante (un catarro, un problema familiar, una pelea). Resuélvelo y al día siguiente podrás volver a la carga.
CUÉNTANOS QUÉ TE HA FUNCIONADO A TI A LA HORA DE APRENDER MEJORES HÁBITOS EN LA UNIVERSIDAD
REFERENCIAS
1. Baumeister RF and Tierney J. Willpower. New York: Penguin, 2001.
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